Hace 26 años que Ukukus, mixtura para grandes, abrió sus puertas como alternativa para las noches bohemias del Cusco. El inicio fue alentador y emocionante porque congregaba a bohemios, artistas y sobre todo a importantes músicos de aquellos años. Tambien lo visitaban danzantes de las extendidas festividades de todo el Cusco, traian pedazos de hielo del mismo Ausangate luego de las fiestas de Qoylloriti o la poderosa chicha (brevaje macerado de maiz) luego de la velada a la cruces. El lugar estaba adornado por un sin fin de obras de arte, todos sobre un extendido mural que recubría con vivios colores el total de las parades del bar, incluso los baños.
El lugar al que algunos llamábamos "nuestro segundo hogar", sirvio para acojernos en las largas jornadas nocturnas y labores propias del amanecer y la consagrada bohemia de las noches cusqueñas. Tambien era visitado por extranjeros, algunos quedaban admirados por la decoración, única en el centro del Cusco y otros bailaban a mal pie con la variedad de música que era ofrecida por los artistas en un pequeño pero acojedor escenario. Luego llegaban los guías que despues de sus labores en Machu Picchu y otros centros turísticos asistían a Ukukus para encontrarse con sus colegas, brindar con los variados tragos de la carta y saludar a Miriam, Tito y "El Chino".
Cada fin de año Ukukus ofrecía el Festival del Arcoiris, para celebrar un aniversario más, pero sobre todo para ofrecer cinco días de música, poesía, cine, teatro, danza, pintura, escultura, etc. Muchos visitantes eran encantados por semejante movimiento artístico y pasaban los cinco días que duraba el festival en el local del bar. En el día central los anfitriones ofrecían el famoso buffet andino, que consistía en una mesa abierta y repleta de platos propios del ande: olluco con charki, chuño con queso, mote, cuy al horno, nabo jaucha, sara lawa, etc y chicha.
Por las madrugadas cuando la gran juerga terminaba, todos los bohemios cansados y sedientos cantaban ... todo tiene su final... con este coro algunos se despedían para afrontar la resaca, otros para continuar su labor en Machu Picchu o Camino Inca, pero los mas duros sabian que esa cancion pronto se haría realidad. Luego de 26 años Ukukus cerró sus puertas, tristemente la gran casona que nos acojió y vio la uníon de muchas parejas, se caía a pedazos y fue puesta en observación, para luego ser clausurada por diversos motivos de seguridad. Esperemos que nuestros amigos encuentren otro espacio tan acojedor y nuestros visitante puedan encantarse de las noches cusqueñas.